El dolor por separación y la sensación de unión es parte de lo mismo. El ser humano se apega fácilmente a sensaciones de bienestar, y la mayoría de veces, esas sensaciones se dan en un entorno social o con otra persona.
Tenemos la tendencia inconsciente a dar el poder a otra persona, circunstancia, lugar o situación de nuestro bienestar; es por ello que al sentir que se acaba, conectamos con esa pérdida de bienestar.
Ese malestar nos lleva a hacer conductas que lejos de ayudar, nos llevan a situaciones negativas para nosotr@s mism@s: no nos cuidamos bien, incurrimos en situaciones nocivas (alcohol, salir por evasión, drogas, aventuras, mala alimentación…), y otros excesos varios que tienen como objetivo recuperar el bienestar.
El dolor por separación es uno de los más complejos, porque nos conecta con sensaciones muy primarias de perder a las figuras que nos daban seguridad de pequeños.
Cuando perdemos la conciencia de que la unión ha estado siempre dentro, cualquier evento de separación nos hará conectar con esas sensaciones de malestar.
Hay situaciones de pérdida, muy dolorosas, en las que esta vuelta a casa, esta vuelta a uno mismo, se hará todavía más dura porque no podremos parar de recordar esa pérdida. Pero todo pasa, todo con el tiempo se va haciendo más llevadero.
La bioquímica humana no está hecha para mantener eternamente la alegría ni el dolor, lo que sí podemos alcanzar es el estado de paz / bienestar duradero: un estado de calma y serenidad.
Un duelo puede durar años, incluso toda una vida, pero cultivando esos espacios de paz, se hará más llevadero, cambiará su intensidad.
El dolor puede ser desgarrador, pero estamos aquí, viviendo esta experiencia de amor y desamor, así que vamos a llevar a cada lugar oscuro, pedazos de conciencia, de luz, de apoyo y sostén, de amor incondicional, a esas partes de nosotros que dejamos abandonadas alguna vez.
Para superar una pérdida de cualquier tipo, lo primero que debemos encontrar es a esas partes de nosotr@s que no hemos cuidado bien, tiempo atrás, mucho antes de la pérdida. Debemos recordar quienes somos, qué nos hace felices por dentro, qué partes abandonamos por miedo o rechazo por el camino.
La separación se resuelve conectándonos por dentro. Reconectarnos, nos llevará a experimentar muchas emociones y sentimientos, pero por ahí es el camino de volver a casa.
La vida es cambio constante, aferrarnos a lo que ya no está, no mantiene encarcelados.
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